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Huelga del metal en Cádiz.

Huelga del metal en Cádiz
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Cádiz está ardiendo.

Ayer, 18 de junio, se vivió la primera jornada de huelga del sector del metal en la provincia de Cádiz. El día se saldó con cortes de carreteras, enfrentamientos con la policía y 6 detenidos. Algunos medios de comunicación tildan los hechos como una muestra de vandalismo, ocultando el verdadero sentido de la huelga del metal en Cádiz.

Cádiz se despertó con olor a plástico quemado y humaredas en el horizonte. A las 6 de la mañana, los trabajadores cortaron con barricadas el puente de la constitución y el puente de Carranza. A las 6:30 no se podía entrar ni salir de la capital. Las barricadas estaban formadas por troncos y ramas a las que habían prendido fuego.

A las 10 de la mañana, hora en la que se abren los colegios, el tráfico rodado por los puentes se restituyó parcialmente. Como si fueran guardas de fronteras, los huelguistas dejaban pasar los coches al lado de los puestos que no abandonaron durante todo el día.

Poco después, un nutrido grupo de trabajadores proveniente del polígono Río San Pedro,  avanzó en bloque por la Avenida de los Astilleros y se dirigieron a la sede de FEMCA, la patronal del metal.

Los antidisturbios, que les estaban esperando, cargaron contra los manifestantes. En su retirada, los trabajadores tiraron contenedores al suelo y arrojaron a la policía objetos que encontraron a su paso.

Pedro Lloret, secretario de CCOO de la secretaría provincial de Industria, comenta al Diario de Cádiz que ellos no son así. La patronal les obliga a actuar de esta manera. El sector del metal en la provincia se rige por relaciones injustas que los empresarios no están dispuestas a cambiar.

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Lo que pidén los trabajadores.

El detonante de la huelga se basa en que la negociación del convenio colectivo está encallada. Hay una serie de condiciones que los trabajadores no están dispuestos a aceptar y en las que la patronal no cede.

La primera de ellas es acabar con la “doble escala salarial”, concentrada en el cobro del plus por toxicidad, de 140 euros al mes. En la actualidad se aplica a los trabajadores fijos contratados antes del 2014 y no así a los fijos contratados después y a los eventuales. Una vieja táctica de la patronal. Divide y vencerás.

La segunda exigencia es la regulación del personal fijo discontinuo y la limitación de las horas extras. Dependiendo del volumen de trabajo, las empresas del sector contratan y despiden trabajadores temporales a placer. Muchos de ellos son los mismos. Obreros que entran y salen de la empresa según le convenga a ella. Las condiciones particulares de Cádiz, una de las provincias con más paro de España, les permite establecer estas relaciones.

“En ciertas épocas del año” – señala Lloret – “el ritmo de trabajo es demencial.” El aumento de los pedidos y los plazos cortos de entrega hacen que las horas extra se acumulen de forma desorbitada. Se saca con dos turnos, el trabajo que corresponde a tres.

La última demanda de los trabajadores es conseguir una subida salarial igual a la subida del IPC. Este año los trabajadores solo han percibido una mejora del 1,71%, cuando el IPC interanual está rondando el 3%

Viva la huelga del metal.

Las circunstancias en las que se ha desarrollado la primera jornada de huelga del metal en Cádiz han hecho que la situación que denuncian los trabajadores pase desapercibida. A pesar del revuelo, algunos medios de comunicación ni siquiera se han referido a ella. El tema central de la semana es el “Caso Ábalos”. Otros, han calificado la huelga como un acto de vandalismo. No entienden, o no quieren que se entienda, que la huelga es una de las principales herramientas de lucha de la clase obrera.

Algunos dirigentes de izquierda piensan que es una huelga desproporcionada. Según ellos, una huelga obrera debe ser pacífica y los piquetes informativos deben dedicarse a informar a la población sobre los motivos de la huelga. Ante todo debe reinar la concordia y la armonía.

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¿Qué es una huelga?

Desde que yo era niño, mi padre, que era un electricista que trabajaba en Telefónica, participaba en una huelga cada 5 años, antes de que se negociara el convenio colectivo.

Un día, cuando éramos pequeños, mi hermano y yo le preguntamos preocupados: ¿Papá, hoy no vas a trabajar?”. Mi padre nos sentó en sus rodillas y nos contó que en toda la semana, ni él ni sus compañeros irían al trabajo para que nosotros pudiéramos vivir un poco mejor y para que no les tomaran por “el pito del sereno.” Eso de la dignidad de clase lo tuvo muy presente hasta el día en que murió.

Cuando me hice adolescente, percibiendo que yo simpatizaba con eso de la lucha obrera, y por otras razones, que no voy a explicar en el artículo, me llevaba con sus compañeros al bar donde hablaban de la huelga.

Uno de ellos decía: “este año, si no viene un piquete informativo y me convence, yo no apoyo la huelga”. Otro le respondía: “los piquetes no son para informarte a ti. Los piquetes son para que la huelga sea un éxito. En todos sitios hay esquiroles y algunos de ellos ya los conocemos”.

Mi padre decía entonces: “La mierda de esto es que haces huelga y los teléfonos siguen funcionando. Lo que tendríamos que hacer es juntarnos los compañeros de toda España y cerrar la Gran Vía de Madrid. Así, sí que nos iban a hacer caso.”

Las huelgas se hacen para conquistar unos derechos por medio de la presión. La clase obrera es la única clase capaz de hacer temblar los cimientos de la sociedad. Si los obreros no van a trabajar en masa, no generan plusvalía y no pueden llenarse los bolsillos los señores que concentran la riqueza.

Una huelga nunca es un ataque a la población, no hay que explicar la razón de nada. Una huelga es un ejemplo de que se pueden conquistar exigencias justas con la lucha y la unidad.


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