Ha muerto Jorge Martínez, guitarrista y cantante de “Ilegales”. Tenía 70 años, han dicho que ha muerto de cáncer. Me enteré de la noticia mientras estaba comiendo y se me atragantó la carne.
“Te has ido demasiado pronto, hijo de la gran perra” – pensé. – “Te has ido antes de que te volviera a ver subido encima de un escenario. Porque si venías por aquí, que al final siempre vienes, hubiera ido a verte.”
Me compré mi primera casete de Ilegales con 13 años, en 1985. Se llamaba “Todos están muertos”. La encontré por casualidad en una gasolinera que estaba a las afueras de mi pueblo. Guardé la paga que me daban los fines de semana hasta que reuní el dinero suficiente para comprarla, con el nerviosismo metido en el cuerpo de que no se la llevaran antes. Y no se la llevaron. Los que paraban en aquella gasolinera solo oían a Tijeritas. Desde entonces, Ilegales nunca ha faltado en mi música de cabecera.
Hace 3 años escribí una reseña del disco “Lucha por la vida”, en la que Ilegales celebraban sus 40 años de carrera. Colgué un post en Instagram con la miniatura del video de la canción “Ángel exterminador”, que Jorge había grabado con Búmburi. Acababa de empezar la invasión rusa de Ucrania. El tema era premonitorio. No era extraño, Jorge tendía a adelantarse a los hechos. La cuenta oficial de Ilegales dio “me gusta” y compartió la publicación. Quiero pensar que quien leyó el texto fue Jorge. Pero da igual, había conexión de sobra.
Los que escapamos al destino que nos imponen terminamos en el infierno, o eso dicen. Tú preparabas una oposición a notario, lo dejaste todo y montaste una banda de rock, que no has soltado hasta la muerte. Yo denuncié a una empresa concesionaria de El Corte Inglés y ahora malvivo escribiendo. Somos felices con los que hemos hecho, y eso hay gente que no nos lo perdona.
En esta banda no toca ningún jodido punki.
Desde que se fundaron los Ilegales fue una banda inclasificable. A pesar de ello, hay quien opinaba que eran punkis o algo parecido. Eran provocadores, pero era la banda que mejor sonaba en directo en los años 80 en España. Jorge había cogido destreza tocando en una orquesta de verbena, lo que le llevó a afirmar: “Odio los pasodobles”.
Pero no odiaba el blues, ni el rock & roll de los años 50, ni el funk de los 70, ni el reggae, ni la bossa-nova. Y eso se notaba cuando cogía la stratocaster en sus manos.
Para Ilegales el sonido era tan importante o más que el descaro con el que se subían a un escenario. Por eso en Ilegales no podían tocar punkis. Porque el punk es la música que tocan los que no saben tocar.
Los Saicos inventaron el punk en 1964 en Lima (Perú). Eran un grupo de adolescentes que se compraron guitarras eléctricas destartaladas que no sabían ni afinar. Cantaban pegando gritos, porque no sabían cantar. Y decían aquello de “Vamos a demoler la estación del tren” porque era la única forma que tenían de que les hicieran caso.
Trece años después, un buscavidas inglés, Malcom McClaren, montó una Boys-Band con cuatro “piltrafillas” que pasaban por su tienda de ropa de segunda mano y los llamó los “Sex Pistols”. Lo hizo para sacar dinero, y sacó mucho dinero.
Pero hubo gente que se creyó lo del punk. En los años 80, en España, porque España siempre llegaba tarde a todo, se lo creyeron los que no sabían nada de música. Los que los sábados por la noche se metían en peleas a la puerta de la discoteca, con cualquiera que se cruzara en su camino, menos con los gitanos. Los que necesitaban una excusa para soltar testosterona y no pensar mucho. Hoy esos punkis, no te extrañe, puede que siguieran a Vito Quiles. Su cabeza no les daba mucho de sí.
Jorge Martínez también se metía en peleas. «Caneó» a la mitad de los músicos de “La Movida Madrileña”, pero leía a Pio Baroja, estaba a otro nivel.

Si no nos quieren, nos vamos a Latinoamérica.
Jorge ha mantenido Ilegales desde 1982 hasta la actualidad, con un impase de 4 años en el que condujo otro proyecto “Jorge Ilegal & Los Magníficos” en el que tocaba músicas previas al rock & roll, algunas de ellas, ritmos latinos como el mambo, con instrumentos originales de la época.
Su forma de componer le llevaba a Ilegales, lo que le obligó a reunir el grupo. Pero cuando Ilegales no tenía cabida en España, descubrió América Latina: Perú, Ecuador, Colombia, México.
Y cuando decían que todo el mundo en Sudamérica solo escuchaba reggaetón, llegó un grupo de rock español de la vieja escuela y arrasó.
Dicen que la historia de Ilegales es una historia de resistencia. Pero esa resistencia no pudo ser posible sin ampliar horizontes. Sin cruzar el charco. Sin demostrar al mundo que se puede triunfar en América sin ser David Bisbal.
Hace tiempo que España se volvió demasiada europea. Demasiado políticamente correcta. Un tapón que impide que aflore la creatividad. Ilegales se dieron cuenta a tiempo y fijaron su residencia a ambos lados del Atlántico.
Ahora Jorge se ha ido y eso me cabrea. “Espero encontrarte en el infierno. Aún tienes un concierto pendiente que dar.”












Broderick Ruiz
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