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Sobre la concesión del Nobel de la Paz a María Corina Machado.

Orlando Viera opina sobre el Nobel a María Corina Machado
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«Oh Dios mío, no tengo palabras».- Es lo que dijo María Corina Machado cuando recibió la llamada que le comunicaba que había sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz.

Emocionada, dio mérito al pueblo venezolano. A una difícil y desigual lucha que ha venido librando Venezuela por su libertad, su paz y su regreso a casa. La estocada final de una dura batalla por recuperar nuestro derecho a ser felices.

María Corina se ha convertido en un factor de esperanza para un posible desenlace de la situación actual que vive Venezuela. Un pueblo que no solo reclama libertad, sino también el derecho a elegir quien la encarna. Pero aún falta camino por andar. ¿Dónde estamos?

EEUU y Donald Trump.

La intervención estadounidense como factor en la transición política venezolana estaría—en la práctica—condicionada a la existencia de un liderazgo opositor que reuniera tres requisitos: 1).-Legitimidad política interna; 2).-Capacidad de articular y sostener pactos con sectores militares disidentes; y 3).-Capacidad para incorporar o neutralizar los “pliegues” insurgentes sin fragmentar la transición.

Estas capacidades resultaron inconclusas en los intentos anteriores de cambio político, sobre todo, por la imposibilidad de alcanzar pactos con militares disidentes.

María Corina Machado puede ser una figura clave si logra consolidar su liderazgo político en una estructura capaz de obtener lealtades efectivas dentro de las Fuerzas Armadas. Una posibilidad real, pero incierta […]

 La Casa Blanca ha mostrado ambigüedad estratégica y táctica porque lo sospecha. ¿Hasta qué punto apostar por una opción militarizada, conduce a un cambio de régimen sostenible? Una ambigüedad comprensible. La escalada de la fuerza es un desafío difuso. El Premio Nobel, en gran medida, llena estos vacíos de autoridad.

El salto a un cambio en Venezuela no se agota en una acción militar de EE.UU. Para lograr sostenibilidad, la sociedad venezolana y el liderazgo político interno, tendrán un rol determinante. Es ilusorio pensar que la salida de Maduro o de figuras duras del régimen, garantizan que ‘se acabe la rabia’. Hemos visto personajes realmente dañinos y pérfidos a la causa democrática, que ladran cual perros de caza hambrientos, criticando el Nobel a María Corina Machado. Personajes taimados que parasitan un estamento militar cooptado de corrupción. El Premio Nobel anticipa ese baño ético. La respuesta no es revancha. Es un complejo proceso de reintegración ciudadana y reconstrucción del tejido social.

Barcos norteamericanos frente a Venezuela
Acoso militar de EE.UU. a Venezuela.

El marco externo: cómo actúa y condiciona EE.UU.

EEUU ha declarado la “opción militar” en determinados episodios. Pero una intervención definitiva ha estado condicionada a negociaciones fachada y canjes atados al costo-beneficio-regional.

El diseño operativo que más atrae a los responsables de política exterior es el de una transición “asistida”: un apoyo político/logístico/operacional que amplifique las fracturas castrenses ya existentes, más que una invasión convencional. Pero la gran pregunta que se hacen los venezolanos, la Casa Blanca y los aliados internacionales, es si existe en el liderazgo opositor con el respaldo suficiente para asegurar la defensa de un nuevo gobierno democrático. En el despeje de esta disyuntiva está la llave de “la asistencia”.

La intervención efectiva de EE.UU demanda interlocutores domésticos creíbles. ¿Lo son María Corina Machado y Edmundo González? ¿Son percibidos como genuinos arquitectos de un nuevo gobierno inclusivo y consensuado? ¿Existe disposición real de la gente de volver a la calle a defender el cambio democrático al día siguiente de la caída del régimen? De momento asoman credenciales favorables. Las hemos tenido antes. Pero, ¿qué ha fallado? No es solo falta de unidad. Es humildad, es amor, es inclusión, es hacernos más accesibles a todos, es atrapar los sentimientos de la gente con la verdad para hacernos más confiables y humanos.

María Corina lo entendió. Su narrativa no viene asistida de mercadeo político. Es redención, es empatía, es paz.

La clave militar.

La clave práctica no es sólo que algunos oficiales salgan del régimen, sino que lo hagan en volumen y con cadenas de mando coherentes: la deserción dispersa de oficiales aislados no equivale a control territorial, ni a la capacidad de tomar instalaciones críticas (aeropuertos, control de fronteras, cuarteles).

La capacidad real de garantizar un periodo de seguridad, gobernanza y estabilidad neutralizando las fuerzas de sabotaje del régimen fallido. No basta un desprendimiento de las Fuerzas Armadas. Es la reactivación ciudadana, social y popular de la mano de un liderazgo firme, plural y abierto, lo que podría asegurar la obediencia del ejército y la policía. EEUU no vino para quedarse y vigilar el proceso. No es Panamá, Haití o Libia. Es la Sudáfrica de Mandela, la Ucrania naranja de Víctor Yúshchenko, el Portugal de la revolución de los Claveles. Es la revolución de Solidaridad de Lech Walesa en Polonia. El reto no es solo acabar con el monopolio del poder y la violencia, sino del miedo y la apatía. El Nobel nos da una cascada de emoción y confianza.

Me gusta anticipar la revolución de las orquídeas venezolanas. Pero el nuevo liderazgo político opositor no puede ser nuevamente sorprendido por la indisciplina, el desorden y la fractura. Fragmentar la oposición es morir en el intento. En la exclusión y excesos de personalización quién gana es Maduro. María Corina debe cuidarse mucho de la no verticalidad del poder.

Desde la óptica de cualquier gobierno interesado en “asistir”, la prioridad es un pacto ciudadano amplio, que eleve el costo político de la desobediencia armada. Fuera de eso, la intervención estadounidense tendría un alto grado de riesgo estratégico.

Rueda de prensa de María Corina Machado.
María Corina Machado.

María Corina Machado: fortalezas y debilidades.

En el plano de las fortalezas, María Corina exhibe un perfil claro de aceptación que puede traducirse en capacidad de movilización y credibilidad. Su prestigio la ha posicionado como líder con alta visibilidad. El Premio Nobel reconoce su talante y refuerza el rol que está llamada a desempeñar.

Su discurso hacia las Fuerzas Armadas, cuestionando la “unidad” chavista y llamando a que definan su postura, busca crear grietas públicas en la legitimidad del régimen. Sin embargo, existen límites y riesgos. María Corina tiene un liderazgo político sólido entre civiles opositores, pero carece de autoridad sobre el ejército. No es fácil lograrlo en un cuerpo armado plagado de adoctrinamiento y corrupción.

Lograr una relación orgánica con los mandos militares de alto rango en Venezuela pasa por un movimiento interno bien organizado. Con pliegues policiales y militares estratégicamente eficaces y la citada asistencia internacional. No ha sucedido en 25 años que la oposición logre armar esta triada de manera cohesionada: primavera interna+ pliegue militar + asistencia internacional.

Hemos tenido lo primero, por cierto, minado de tensiones y cabras que saltan pal’ monte. Lo segundo sigue cooptado entre cubanos y cooperantes y lo tercero, el factor internacional,  ha sido más diplomacia de café, que acción real.

María Corina Machado ha ganado en el balance entre sostenibilidad y resistencia. Es lo que busca Washington para respaldar una transición moderada. La aproximación de María Corina con Trump ha sido inteligente, pragmática e instrumentalmente bien manejada. Los militares afectos al régimen no le temen tanto a María Corina Machado, como a un pueblo desbordado y a quién la apadrina: Trump, toda Europa [salvo España] y una mayoría de vecinos Latinoamericanos. Entre los que se encuentran Colombia y Brasil, ya que si bien en público dicen una cosa, sus costuras indican otra.

Manifestación en Caracas contra Maduro
Manifestación en Caracas exigiendo más democracia.

El Premio Nobel como estocada final.

Otro factor que “presiona” la permanencia norteamericana en el Caribe”, es que este movimiento pueda convertirse en una histórica victoria política y no en una deshonrosa retirada. Sería pasar de lo sublime a lo ridículo. Un aguafiestas de la Casa Blanca no se puede dar el lujo de echarlo todo a perder. El Premio Nobel vino a engranar a todos los que son, incorporar los que todavía callaban y decantar a los que no se han posicionado, como España. Si se pierde esa cadencia, se perderá el punto de inflexión.

El Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado representa un acontecimiento de trascendencia histórica para Venezuela y para la comunidad internacional. Un prólogo de un reencuentro hermoso. Una luz que el tiempo se había encargado de nublar, pero que ahora viene cargada de alegría y orgullo. Es una huella imborrable en el camino del rescate identitario y grupal.

Implica también una responsabilidad, la de pilotar el cambio desde la unidad, y no desde el enfrentamiento. La de cuidar la manera en la que se hacen las cosas y la de conservar una autonomía, de manera inequívoca, respecto a EE.UU.

El mundo oficializa quién es la víctima y quién el victimario. Pero también los venezolanos reafirmamos quién mejor representa hoy nuestros anhelos, esperanzas y sentimientos de libertad.


NOTA DE LA DIRECCIÓN.

Accedemos a publicar este artículo, que recoge la opinión del autor, con la que podemos estar o no de acuerdo, por diferentes razones.

La primera es porque es un honor que Orlando Viera, ex-embajador de Venezuela en Canadá nos haga llegar este texto a la redacción. Sabemos que es lector de nuestro modesto periódico, y para nosotros es un orgullo contar con personalidades de su talla entre nuestros seguidores.

Segundo porque admiramos su trayectoria. Denunció públicamente el acoso militar de EE.UU. a Venezuela y ha defendido ante la justicia internacional los derechos de ciudadanos venezolanos detenidos ilegalmente por la administración Trump.

En España sentimos los problemas de Venezuela como propios, no en vano ha sido el asunto preferido de debate en el Parlamento en varias legislaturas. El tema de Venezuela es más complejo de lo que alcanzamos a entender en Europa, desde nuestra privilegiada situación. Por eso es de agradecer cualquier opinión que venga desde el país sudamericano, siempre que lo haga desde posiciones democráticas.


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