Está claro que los cambios nos imponen respeto. Un cambio de trabajo, un cambio de residencia, ir a vivir con nuestra pareja o dejar de vivir acompañado. A menudo nos aborda el miedo. El miedo al fracaso, el miedo a estar a la altura (síndrome del impostor) o el miedo al qué dirán. En este artículo veremos cómo controlar ese miedo y cómo afrontar esos cambios para que representen una nueva etapa en nuestra vida.
Nos dicen en el e-book, de crecimiento personal, “No te creas todo lo que piensas”, elaborado por Mente Dedicada, un equipo de coachs mexicanos, colombianos, holandeses y españoles, que el miedo es una reacción natural, pero no podemos permitir que nos paralice.
Todos los animales sienten miedo cuando se enfrentan a una situación que pone en peligro su integridad física o su vida. Es como una especie de resorte que pone su cuerpo en tensión, agudiza sus sentidos, libera adrenalina y hace que superen el percance.
Si no sintieran esa emoción bajarían las defensas y el peligro terminaría afectándolos. El problema que tiene el ser humano, al ser un ser racional, es que le damos mil vueltas a las cosas y algunos de esos peligros existen más en nuestra cabeza que en la vida real.
Lo podemos ver en el miedo al fracaso o en el síndrome del impostor. Si nos hemos propuesto hacer algo y al final no lo hacemos, aunque nos hayamos comprometido con otras personas, a quien engañamos, principalmente, es a nosotros mismos.
Respecto al qué dirán, todas las religiones se han dedicado durante siglos a difundir que la vida es un valle de lágrimas para ganarse el paraíso. Para impedir, de esta manera, que la gente hiciera lo que quería hacer. Si eres feliz haciendo una cosa, hazla, “digan lo que digan… los demás”, como decía el cantante español Raphael.
El E-Book de crecimiento personal definitivo.
Aprende a controlar tus pensamientos antes de que ellos te controlen a ti.
Editado por Mente Dedicada.
Aquí te dejo 5 tips para afrontar los cambios:
Toma acción.
De nada sirve que pienses que tienes que cambiar de trabajo o montar un negocio sino lo haces. Es un ejemplo.
Desde luego que no hay que lanzarse a la aventura. Hay que preparar el camino para que dar los pasos en firme. Si no estás a gusto en tu trabajo, no lo puedes dejar de la noche a la mañana, si no has encontrado antes otro trabajo que te guste. El hecho de formarte o enviar curriculums, ya es tomar acción. Cuando llegue el momento decisivo, no hay que vacilar. Para eso has estado preparándote previamente.
Aprender de los errores.
Es muy difícil que te plantees hacer una cosa y te salga bien a la primera. Eso lo saben todos los autónomos que han montado alguna vez un negocio. La idea que tenias en la cabeza no se corresponde exactamente con la realidad. Por eso debes estar analizando que es lo que no funciona y ver cómo resolverlo.
La vida es un aprendizaje continuo. No existen éxitos y fracasos, solo lecciones. Cosas que descubres que funcionan en unas circunstancias concretas y cosas que no. Cuestiones en las que persistir y otras que rectificar.
Rodéate de un núcleo de apoyo.
Es fundamental que hagas una depuración en tu vida. Que te alejes de las personas tóxicas, que te consumen o te anulan, y te rodees de aquellas que te hacen sentirte bien. No tienen porque dedicarse a lo mismo que tú, ni pasar por la misma situación, pero su presencia te aporta la energía que necesitas para seguir adelante. Digamos que es el núcleo duro.
Aprende de otras experiencias.
Tendemos a pensar que aquello que nos sucede es exclusivo. Que solo nos pasa a nosotros, pero no es cierto. Otras personas han pasado por circunstancias parecidas. Es interesante conocer cómo se lo plantearon, qué hicieron. No se trata de hacer lo mismo que ellos, pero seguro que podemos extraer conclusiones valiosas de su práctica. El simple hecho de ver que no estamos solos, que no somos un bicho raro, ya es positivo.
En el crecimiento personal se habla bastante del mentor, del coach, del maestro. La persona que te orienta para superar un problema o te proporciona unos conocimientos que te serán útiles. Debes elegirlo tú, y debes partir de su experiencia. Que haya vivido algo similar a lo que estás viviendo o haya tratado problemas de la misma índole. Debes verlo como alguien que te da herramientas, no como un salvador. La persona te enseñó a tejer la red, no quien te sacó el pescado.
Conoce la historia de María.
Focalízate en una meta.
Es importante que te plantees donde quieres estar dentro de cinco años, y donde te ves dentro de tres. Que lo visualices, que te fijes metas. En función de eso, proponte un plan de trabajo. Qué necesitas aprender, qué debes adquirir y qué acciones necesitas llevar a cabo.
Focalízate en esa meta, no atiendas a un montón de frentes. Tampoco te obsesiones, ni te aísles del mundo. Igual que tú tienes un núcleo de apoyo que te da fuerzas, puede ser que ellos te necesiten, busca tiempo para atenderlos.
Ten en cuenta que todas las cosas no dependen de ti. En el camino hacia la meta encontrarás contratiempos y escollos. No pasa nada, hay que sortearlos. En ocasiones hay que tomar desvíos. Lo importante es que no varíes el rumbo. Si quieres llegar a un sitio empéñate en hacerlo. Por muy difícil que se pongan las cosas.
Las etapas intermedias son importantes, pero no imprescindibles. Fijarte un plazo te pone en acción, pero si por razones ajenas a tu voluntad o por errores, no cumples la etapa, no es el fin del mundo. Lo importante es mantener el rumbo.
El miedo se nos planta en la cara cuando tenemos las cosas encima de los ojos. Las vemos muy feas, porque las imperfecciones y los detalles asustan. Es bueno en estos casos tomar perspectiva, ver la situación en su conjunto, valorar el cambio desde el final del camino que aún nos queda por recorrer.
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