“Murciana marrana” es la canción central de la película “Pepi, Luci, Bom y otras chicas de montón”. El estreno cinematográfico de Pedro Almodóvar en 1980. La canción fue escrita por el cineasta manchego y cantada por Olvido Gara al frente de Los Bomitoni, con 16 años de edad. A partir de ese momento, Olvido fue conocida como Alaska. Fue la primera vez que cantaba en público. En su antiguo grupo, Kaka de Luxe, hacía como que tocaba la guitarra rítmica.

Pepi y Luci, dos señoras de unos 30 años, que en 1980 equivaldrían a los 40 actuales, acuden a ver un concierto de Los Bomitoni, el grupo de Punk Rock donde canta su amiga Bom. El concierto se celebra en una especie de sala de teatro alternativo, o “underground”, que Almodóvar conocía bien, puesto que formaba parte de los ambientes por los que se movía en aquel Madrid de la transición.
La actuación de Alaska representa la cumbre de un viaje de liberación de una pareja de mujeres que desean ser libres en una sociedad represiva. Una especie de “Thelma y Louise” antes de que existiera “Thelma y Louise”.
La canción se supone que está grabada por el grupo de Kaka de Luxe, o lo que quedaba de él. Aunque en la actuación que sale en la película, del grupo original, solo se ve a Olvido Gara. El resto de los Bomitoni, son personajes del ambiente.
El guion de “Pepi, Luci Bom…” es el desarrollo del cuento “Erecciones Generales”, que un año antes Pedro Almodóvar publicó en la revista “Víbora”. Una sátira de las elecciones generales de 1978, las primeras de la democracia, donde parecía que íbamos a estrenar un mundo nuevo, pero donde la sociedad era la misma que años atrás.
Los vientos de cambio circulaban por conductos bajo la tierra. Lo que en algunos sitios llaman alcantarillas. Donde mira tú por dónde, el aire puede ser más respirable que en la superficie. La película de Almodóvar hoy sería censurable, políticamente incorrecta, como lo fue en su estreno. Lo que indica que algunas cosas no han cambiado tanto.
Bom, la cantante Punk.
Pedro Almodóvar aprobó unas oposiciones para entrar en Telefónica y terminó trabajando en Madrid. Proveniente de La Mancha y Extremadura donde se había criado, lugares donde se conoce todo de todos, pero muy poco se acepta. Para él, llegar a la capital fue lo que para otros descubrir el mar. Y Pedro se zambulló.
Cuenta que en los años 70 y principios de los 80, participaba en todo aquello que le parecía interesante. Espectáculos de cabaret, cantar con su amigo Fabio McNamara, escribir para revistas contraculturales, pero él había llegado a Madrid con una misión divina. Desperezar el panorama cultural haciendo cine.
Porque la cultura popular en los años 70, en España, tenía caspa. Por un lado teníamos cantantes pseudo-folclóricos encumbrados en la década anterior, que no decían nada nuevo, tipo Manolo Escobar, precedente de los actuales David Bisbal y David Bustamante; y como respuesta estaban los cantautores, que terminaron aburriendo a los muertos.
Tanto es así, que Ana Belén, mujer de Víctor Manuel, cuyo abuelo fue picador allá en la mina, terminó desmarcándose de su marido, haciendo versiones en castellano de éxitos de Bossa-nova brasileña.
Metido en faena para sacar su ópera prima, Almodóvar se fijó en una chiquita mexicana que había montado un grupo de rock para darle utilidad a una guitarra eléctrica con forma de flecha que le acababan de regalar.
En aquel grupo, que se fundó en 1977, al calor de la explosión punk de Londres y Nueva York, y que como años más tarde reconocerían sus componentes, no iba a verlos casi nadie, a Pedro le llamó la atención la adolescente de pelo de colores que empuñaba una guitarra a un lado del escenario. Pedro, que tiene mucho olfato con las mujeres, percibió en ella un filón en potencia, y la convirtió en una de las primeras chicas Almodóvar. Creo que si Pedro no le hubiera dado un papel en su película, tal vez no hubiéramos conocido a Alaska.
El origen de Los Bomitoni.
Con la determinación de una adolescente que está decidida a poner en marcha un proyecto, Olvido y su amigo Fernando Márquez, que por aquel entonces sacaba un fanzine llamado “La liviandad del imperdible”, se fueron un domingo al rastro a reclutar miembros para montar una banda de Punk.
Tenemos que tener en cuenta que corría el año 1977 y que por entonces, el punk no era muy popular en España. Había que tener contactos con Inglaterra o moverse por ambientes alternativos para tener un mínimo de conocimiento de este movimiento. Ni la radio, ni la televisión hablaban de ello.
En Cataluña, la contracultura de aquellos años tenía tintes hippies. Toda novedad cultual llegaba a España con 5 años de retraso.
Sumidos en una cierta desesperación, pues encontraban las mismas caras de todos los domingos, Olvido y su amigo se quedaron mirando un puesto improvisado atendido por un joven con una chupa de cuero y chapas de los Ramones y otro chico, un poco más tímido, que tenía a su lado un disco de Vainica Doble, dúo femenino de pop español caracterizado por la ironía de sus letras. Eran Nacho Canut y Carlos García Berlanga. La combinación perfecta. La influencia anglosajona y el toque autóctono.
Hablando con ellos, resulta que ninguno sabía nada de música, pero les parecía buena idea montar un grupo punk. Conocían además a un guitarrista heavy, Enrique Sierra, que años más tarde tocaría con los hermanos Auserón en Radio Futura y que se acababa de quedar sin banda.
En una mañana de domingo en el rastro se fraguo Kaka de Luxe o, como los recordamos hoy, los Bomitoni.
Unos años más tarde, este proceso se repetiría una y otra vez para dar lugar a un sinfín de grupos de la movida madrileña y no madrileña que se formaron en los años 80.
El panorama cultural español se estaba preparando para sacudirse la caspa de la cabeza.
Ahora bien, como dice mi madre, que también es manchega, igual que Almodóvar, la caspa siempre vuelve. Además, es bastante contagiosa. Para no tener caspa hay que lavarse el pelo con H & S.
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