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Racismo Territorial en Buenaventura.

Puerto de Buenaventura (Colombia)
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Buenaventura, la ciudad de Colombia donde el 45% de su población vive con menos de 2 dólares al día.

Buenaventura no es una ciudad pobre. Se trata del puerto más importante de Colombia y uno de los 10 más importantes de Sudamérica. Por el pasa el 12% de la carga marítima que entra o sale del país. Con una población de 318.000 habitantes, es la tercera ciudad más grande del Valle del Cauca, a solo 114 km de Cali, una de las tres ciudades más importantes de Colombia.

Pero Buenaventura tiene otra característica que la identifica. El 90% de su población es afrodescendiente. Son negros y mulatos.

Mientras a Cartagena de Indias, en el Caribe colombiano, se le entregan subvenciones públicas para promocionar el turismo, Buenaventura, en el litoral del Pacífico, solo aparece en los periódicos como foco de delincuencia. En lo que llevamos de año, en Buenaventura se han registrado 50 asesinatos.

El eje de la ciudad es el puerto. Lo es desde que los españoles la fundaron en 1540. Unos siglos más tarde, Buenaventura se transformó en una colonia de esclavos libertos. Los negros que lograban escapar de la esclavitud podían ganarse la vida cargando y descargando fardos en el puerto. Pero la libertad no es sinónima de alcanzar una vida digna.

Hoy, barrios enteros de la ciudad son desplazados para ampliar el puerto. María, una de las desplazadas del Barrio de la Inmaculada dice que donde antes estaba su casa hoy hay un almacén de contenedores.

La activista vecinal Francia Márquez dice que Buenaventura es objeto de lo que ella llama “Racismo Territorial”.  Reciben proyectos de desarrollo formulados por los gobiernos sucesivos de Colombia y ninguno de ellos se cumple, tildando a las comunidades como obstáculos para el progreso. En Buenaventura, las vidas de los vecinos valen menos que los contenedores que pasan por el puerto.

El racismo tiene color de clase.

No nos confundamos. El objetivo de la oligarquía colombiana y de las autoridades con respecto a la población de Buenaventura no es marginarlos porque sean negros. Es someterlos a unas condiciones de vida tal que no tengan más remedio que trabajar como mano de obra barata en el puerto o en cualquiera de sus industrias auxiliares.

O en el narcotráfico, la segunda o puede que la primera industria de la ciudad. Una industria clandestina que mueve millones de dólares al día.

 En condiciones de miseria, los jóvenes caen en brazos de bandas que actúan como satélites del crimen organizado. Un líder vecinal de la Comuna 5 dijo en una entrevista: “Los contenedores del puerto son cajas de Pandora, pueden llevar banano o transportar armas o cocaína. La diferencia la pagan nuestras familias con sangre.”

Asignar a una raza, a una procedencia o a un color de piel un puesto dentro de la cadena de producción no es exclusivo de Buenaventura. En Estados Unidos, a pesar de que llegaron a tener un presidente negro, el 40% de los reclusos de las cárceles norteamericanas son afrodescendientes. Los trabajadores negros en EE.UU. ganan un 30% menos que sus compañeros blancos. El 43% de la población negra americana ocupan los puestos de trabajo peor retribuidos. Si eres negro en EE.UU. solo tienes dos opciones, o terminar en la cárcel o aceptar un trabajo de cualquier manera. Eso, o intentar destacar en la música o en el deporte.

Algo parecido sucede con los latinos que llegan al país del norte. O con los marroquís, subsaharianos o sudamericanos que entran en España. El color de piel actúa como un techo de cristal que impide que estas comunidades prosperen.

Para que alguien haga dinero, necesita gente que trabaje en las peores condiciones posibles.

Movilizaciones en Buenaventura.

Para salir de estas condiciones de marginación y olvido no queda otra que la unidad, la organización y la movilización del pueblo.

Javier Moisés Rentería Hurtado, periodista y activista por los derechos humanos en Colombia comentó, en la Newsletter que tiene en LinkedIn, que el pasado 5 de abril se celebró una marcha por la paz en Buenaventura convocada por Monseñor Darío Jaramillo.

Para el próximo 10 de abril se tiene programada otra marcha que partirá del Barrio de la Independencia y que llegará hasta Bellavista, en el centro de la ciudad. Una acción convocada por varios periodistas y por el gremio de taxistas.

Los taxistas están preparando una huelga que posiblemente se celebre el 15 de abril para exigir una mayor seguridad y mejores condiciones laborales.

En España se ha acuñado la consigna de que “Solo el pueblo salva al pueblo”. Una frase movilizadora que se empezó a utilizar durante la pandemia del Covid-19 y que ha alcanzado relevancia durante la Dana que el año pasado asoló Valencia. A esta consigna se agarra cualquier tipo de organización con cualquier objetivo.

Pero lo cierto es que solo cuando el pueblo se une, se organiza y se moviliza, se pueden cambiar las cosas.

Las movilizaciones de Buenaventura están sirviendo para visibilizar una realidad que parecía escondida. Como es el hecho de que en uno de los centros económicos estratégicos de Colombia, su población viva en condiciones de miseria. Ojalá estas movilizaciones sirvan para empezar a cambiar las cosas. Porque Buenaventura, como Colombia, como América Latina, como gran parte del mundo, necesitamos un cambio profundo.

La necesidad de escribir este artículo me surgió de leer la newsletter Colombia Negra que publica Javier Moisés Rentería Hurtado en LinkedIn. Si estás en esta red social te recomiendo que la sigas.

Es una alegría encontrar contenido como este en LinkedIn. Descubrir que en la red social profesional por antonomasia hay algo más que pots que hablan de cómo hacerse inmensamente rico poniendo en marcha negocios de servicios para empresas.

Seguiremos con atención la lucha de los vecinos de Buenaventura.


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